domingo, 15 de abril de 2012

Seis

"Parece solo ayer que estaba sentado en un cubo del Parque Kennedy esperando a que llegara ese chico amarillo y tiramisú que tenía un blog sostenido en un fetiche por Alicia en el País de las Maravillas. No puedo negar que me sentía por default derrotado y pesimista, cuántas veces antes había estado yo sentado en ese cubo o en tantos otros, esperando a personas que me hicieron creer que el amor era eso que se ve solo en películas. Conocer a otro más que no cumpliera mis expectativas infinitas me daba, sinceramente, flojera.

Pero algo de esperanza tenía que llevar aun conmigo porque sino no te hubiese esperado medio nervioso e impaciente. Habrá sido la intriga de tu bio de twitter, o lo que ponías en tu blog, o esa sonrisa que te vi la primera vez que nos presentaron en alguna discoteca, mucho tiempo antes, pero estaba preparado para dejar de lado mis prejuicios y sorprenderme.

Nos fuimos a Berlín a tomar unas chelas, no sin antes yo burlarme de como me había sorprendido que me ofrecieras ir por chelas antes que por un trago o un café. Esta mesera que se llamaba Susan nos trajo una Pilsen tras otra mientras conversábamos de nuestras vidas, de qué queríamos, de que leíamos, de música, cine, viajes, spanglish, comida y amigos. De voluntariados y ONGs, de vocación de servicio, de sueños, amores y desamores. Un intellectual intercourse un poco apresurado.

Nos fuimos caminando al bar de los jueves a tomar un poco más, creo que ambos pensando en que podía ser ideal para probar nuevos límites. Sentados en la barra tomando chilcanos, la conversación siguió densa e interesante. Mi muslo rozó el tuyo, no sé si adrede o de casualidad pero el tiempo pasó, alguno de los dos bostezó, el otro tenía sueño y nos miramos a la cara perplejos y dijimos, nos vamos?

Caminamos por Miraflores hasta Larco con Benavides, paré un taxi hacia mi casa. Nos miramos fijo, nos despedimos con un apretón de manos firme y un de hecho nos vemos de nuevo. Subí al taxi y me reí para mi mismo ante el absurdo de tanta profundidad en la conversación y tan poco contacto físico.

Por una semana fuimos amigos, hablamos diariamente por teléfono, intercambiamos mensajes pero sin vernos. Con el jueves cerca, quedamos en ir por chelas de nuevo.

La dinámica fue la misma, primero chelas, luego bar. Fue prometedor encontrar que los temas de conversación no se agotaban, y que lo que tú decías enriquecía lo que yo pensaba. Me encantaba como me hacías pensar y replantear lo que decía, me encantaba como me hacías sentir conmigo mismo.

Fue junto a una columna, a un metro del baño, en donde conversando cada vez mas cerca te di un beso. Tenía miedo de que fuera pésimo. Había tanta expectativa alrededor de él, al menos de mi parte, que no podía evitar apostar porque era ahí en donde iba a ser evidente. Pero los pródromos intelectuales habían hecho su trabajo y bastante bien, y empezó un beso que creo hasta hoy no se acaba."