Con ojos esperanzados me he atrevido a saltar en la piscina.
Con cautela me has seguido, tus pies blancos sumergido
con boyas y flotadores y todos tus escudos y dudas
y miedo de
ahogarte.
Y esperé.
¿Pero
nunca ibas a dejarte caer, verdad?
Siempre
aferrándote al último peldaño de la escalera.
Mis yemas solas se han arrugado esperando lo mejor de ti.
Acerqué tu pecho al mío, contando con que con latidos entendieras
lo que no lograban las palabras.
Pero huiste desesperado,
dejando el espacio en mi alma para ser llenado;
el tuyo para ser ignorado,
con tus excusas
y tu fobia a decepcionar.
Y me cansé de esperar.
¿Nunca ibas a dejarte caer, verdad?
Siempre aferrándote al último peldaño de la escalera.
Y aunque ya no espero, sigo sin entender.
¿Cómo
piensas nadar sin soltarte del borde?
¿Cómo podrías bucear en mí
sin perder todo el control?
¿Cómo
esperas ver los rayos del sol
si no es bajo el agua?
El
verano no es una avenida de un solo sentido
en
donde uno se empapa mientras el otro engaña.
En el amor no hay tanta maña.
Tú y tus defectos enterrados,
tus vacíos no trabajados,
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