viernes, 5 de julio de 2013

Mente en Blanco

Las rayas en las veredas y los sardineles del malecón ven pasar mis pies que me llevan con determinación hacia absolutamente ninguna parte. Hace frío.

Quiero mantener mis BPM por encima de 100x, porque es a partir de ese punto en el que- ///Basta.

Me detengo súbitamente junto al Puente Villena y miro a mi alrededor desconcertado porque no tengo idea de a dónde estoy yendo. No sé qué quiero hacer o qué debería estar haciendo. Me cansé del estrés, del superyó y de las expectativas. Más de las propias que de las ajenas.

No sé si son el tiempo libre y la preocupación innecesaria de una mente desocupada. Decido poner la mente en blanco. Blanco y no pensar en nada, solo en una línea imaginaria que marca los latidos de mi corazón, al ritmo al que le provoque ir. Cada vez que un pensamiento intrusivo entra en mi cabeza lo bloqueo. Hoy no voy a pensar en nada ni en nadie. Nada vale la pena más que esforzarme por sentir paz. Y cuando dejo de esforzarme y logro poner la mente en blanco, la siento, y por un momento nada importa.



martes, 2 de julio de 2013

Sea of Love


When you go under the waste
What am I supposed to say?
I see people on the floor
They're slidin' to the sea
Can't stay here anymore
We're turning into thieves
If I stay here trouble will find me
If I stay here I'll never leave
Hey Jo sorry I hurt you,
but they say love is a virtue don't they?
I see you rushing now
What did Harvard teach you?

lunes, 1 de julio de 2013

2013 - 2


Cinco muertos y un herido

La hora no es precisa en el servicio Expreso del Metropolitano que sube raudamente por la Vía Expresa en dirección al Centro de Lima. El bus no está ni tan lleno ni tan vacío, y yo espero sentado en algún lado, o quizás parado contra alguna columna. Estoy en la recta final, en un viaje suicida que acabara con mi vida. Hay una bomba bajo el puente Benavides y estoy obligado a morir en el bus en el que viajo. El recorrido ha sido sincronizado: la bomba debe explotar cuando pase junto a ella. Cruzo miradas con un desconocido. No tiene cara, no tiene nombre, no tiene sentido y quizás por eso me cautiva. A pesar de la detonación inminente hablamos. Me distraigo y perdido me divierto.
Pasamos por la Estación 28 de Julio y recuerdo que tengo que enviar la señal de confirmación cuando paremos en Benavides. Pero no quiero. Sé que tengo que hacerlo, pero no quiero. Miro dubitativamente mi celular y lo guardo nuevamente. Y tomo la decisión impulsiva. Basta con pensarlo para cambiar la velocidad. El bus acelera surcando los carriles vertebrales en la vía rápida y pasamos velozmente bajo el puente Benavides. El bus no se detiene. Yo no mando la señal.
Hay enojo en el aire y culpa en mi corazón. Miro hacia atrás desde la Estación Ricardo Palma, y siento la tierra temblar. Una nube de humo envuelve la estación anterior mientras esta se desploma. La gente grita, asustada, los buses caen y los carros se dan vueltas de campana mientras el Expreso en el que viajo sigue alejándose rápidamente.
Inmediatamente escucho por el altoparlante. La cuenta total es de cinco muertos y un herido. Cinco muertos y un herido. Cinco muertos y un herido. Los números se repiten una y otra vez en mi mente desconcertada mientras el bus se aleja conmigo. El desconocido ahora conduce, cada vez más rápido, y cada vez más lejos, y el bus se adentra con mi desconcierto en las profundidades de los Andes.



(Basado en un sueño evidente)